domingo, 24 de julio de 2011

Quien tiene el poder?

Es muy común hoy en día ver sitios en internet que nos aseguran poder hacernos poseedores del "poder cósmico" y con él, ser felices para siempre. Las corrientes cristicas de la nueva era, nos ofrecen la guia de maestros ascendidos para controlar nuestra mente y así controlar nuestra vida a nuestro antojo, nada es malo, y todo debe aceptarce.

Somos como niños que creemos saberlo todo, y queremos el poder, pero... ¿poder para que?: con él obtendremos la salud, el dinero, la felicidad, y la seguridad de que nada se nos interpondrá en nuestras metas personales.
Así las iglesias cristianas temerosas de perder sus fieles se fueron adaptando a esta etapa modernista y proclamaron prosperidad y felicidad, y la prosperidad, tomo el lugar del verdadero poder. 
Jesús, en realidad propuso algo, que desde la optica humana, no solo de hoy sino desde siempre resulta una aberración. Cuando le vieron en Galilea hace dos mil años, muchos se preguntaban si él era realmente el Mesías.
Juan, el mismo que le bautizó, le mando a preguntar: ¿Eres tú aquel que ha de venir, o esperaremos a otro?.
Siempre la propuesta de Jesús escapa a la triste realidad de la vida, y a la visión que nosotros tenemos de ella. El mismo Juan esperaba otra cosa, tal vez una forma de victoria aplastante sobre el enemigo de Israel.
Pero Jesús le contesto: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.
¿Para que nos sirven estos poderes? o aquellas otras señales que dicen: "En Mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán"...
Nuestra sociedad y cada uno de nosotros individualmente, debemos tomar una desición, la misma desición que tuvieron que tomar nuestros padres en el Edén.  Podemos optar por aceptar, el evangelio real y propagar como un río la vida eterna o podemos entibiecernos y solo hablar mezquinamente de Jesús y del Espíritu Santo, por un sentimiento de verguenza o miedo.
Nos espera una vida eterna, y nada se compara a ella, y esto es tan cierto como que hubo una creación.

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